La palabra clave es empatía que significa habilidad para entender lo que los demás
sienten, ser abierto a escuchar y comprender a los otros. La persona a la que escuchas no
tiene porqué ser tu amigo, pero permanecer indiferente empeora la situación, recuerda
que más vale prevenir que curar, por lo tanto, no subestimes la situación y no esperes para
intervenir.
Si sabes que alguien de tu clase o tu escuela es víctima de agresiones, trata
de mantenerte pendiente de él/ella y no le dejes solo/a.
Trata de integrarlo/a tanto como sea posible en tu grupo de amigos o
compañeros de clase, incluso si no tienes un aprecio especial por él/ella.
La solidaridad y la amistad son cosas diferentes. Trata de hacer lo mismo
con el agresor.
No trates a la persona que sea blanco de ataques como una “víctima”, pero
ayúdalo/a que se enfrente las agresiones de manera inteligente.
Hazles saber que ellos pueden contar contigo, muéstrales que estás abierto
a escucharles y a apoyarles, se discreto con las cosas que ellos comparten contigo.
Trata de dar consuelo a sentimientos de debilidad, como también
sentimientos de culpa y vergüenza que puedan tener: siempre hay una solución a cualquier
situación, recuerda que la violencia de la cual son víctimas nunca será justificable.
Involucra otros compañeros de clase y amigos: no es necesario que
intervengas directamente, pero el solo hecho de estar presente es un apoyo muy valioso.
No te rías de chistes que puedan ofender a alguien, e intenta poner en claro
que no son graciosos.
No te expongas a las agresiones, pero trata de enfrentarte a el/la agresor/a,
pídele que justifique su comportamiento, sé estricto y seguro.
Deja claro que cualquier tipo de violencia u ofensa es inaceptable y pídele
al agresor que detenga sus acciones. Sé fuerte frente al comportamiento y no hacia el
agresor.
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